martes, 10 de marzo de 2015

María Eugenia Simionato














La noche crece como un río solitario

Voy a acomodarme
en el espacio que separa
tu palabra de la mía.
La noche crece como un río solitario
y me pregunto:
¿Quién podría asegurar si no es tu ojo o el mío
el pez valiente saltando
al otro lado del insomnio?


 






Una paz insostenible

Hemos caminado y hemos visto el movimiento del lago
en la quietud de las piedras,
y en las antiguas cenizas que cubrían la tierra
en medio del bosque,
sentimos el olor de los senderos oscuros.
No sé si lo recordarás, pero esa tarde te miré,
mientras el sol estallaba en nuestras manos,
como si deseara la aparición
de un animal feroz.
Todavía me pregunto
entre la inmensa sombra del alerce
y el polvo que dejan los caminos en el aire:
¿Quién no ha deseado un aullido,
algo que erice la piel del agua,
un viento desordenando
la claridad del paisaje?
Porque en el fondo sabemos,
que detrás de toda calma,
hay una paz insostenible.

 







En otro sueño

Antes de amar
debería uno haber sentido
el roce de la lluvia
sin necesidad de descifrar
el recorrido de una gota
debería uno prescindir
del "esto es"
o "de esto se trata"
o "por ahí va"
nadie sabe adónde va
cuando entra en otro sueño.







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