miércoles, 22 de febrero de 2012

Liliana Díaz Mindurry


A UNA CIERTA HORA
de María Germinova  llamada Toyen



Lo indecible,
lo que ella sabe o no sabe o simula no saber, pero el gusto se le guarda en la 
/lengua y debajo de los dientes,
lo indecible,
eso
lo que a cierta hora habrá de suceder,

lo indecible
eso, por ejemplo, que la nada corregirá muy pronto la forma de las cosas para 
/que la voz no quede ni en el fondo del sueño,
que no la acariciarán esas manos

                                   (y será como si las manos la despedazaran

como si las manos tuvieran mandíbulas garras colmillos púas alfileres puñales)

que las frases se desarmarán goteando sin la menor respuesta,
que los pasillos correrán hacia abajo
como un río en pendiente,
que palidecerán las palabras extenuadas,
que ella misma se volverá muñeca y caminará en la espesura
que el aire le entrará y saldrá de la boca
sin el menor ruido

            como esas muñecas que duermen en los estantes

            vacías,

            rotas.

Eso,
que ya no habrá ningún paraíso
que sólo restará beber agua en los intervalos de la televisión.







Ahora
mira por la ventana, desnuda, con apariencia de estatua,

toma el lomo irregular de las imágenes y las aplasta como a cigarrillos muertos en tazas de café.

Se lame las heridas.
Sabe o no sabe
que los ladrones de la dicha
están alineados
entre cada relámpago que abre y cierra las puertas del pensamiento,
y desde el bosque de los nombres
se acentúa la confusión.




Hasta hace poco,
hasta hace unas horas,
en esa lastimadura del cuarto,
el deseo
como un pez
nadaba en aguas con agujas,
la mirada enorme
se metía en iglesias, campanarios, vitrales,
se comía a Dios,
lo masticaba,
sangraba ciervos en los límites del bosque,
torcía cosas, las mezclaba, se sacaba y se ponía los ojos, fracturaba la noche, le 
/hundía las fauces a la locura, llevaba enaguas celestes con puntillas, trituraba 
/cualquier uña de la eternidad, guardaba en cajones cerrados la desdicha 
/como si ya no tuviera fundamento,


combatía sobre la hoja de papel muerto
con las palabras enfurecidas como tigres.

El deseo

era un perfume,
una curva del tiempo donde detenerse,
y tomar los minutos
para secarlos en la terraza al sol.

Revolver la tristeza en una palangana y cantar de risa.

(No hay obediencia más puntual que el deseo).

Ningún perro en celo tiene hambre ni frío,                                          
ningún perro en celo sabe de ninguna muerte,
ni de esas disfrazadas con ropa transparente,
ningún perro en celo sabe de ningún dolor.



Lo indecible
lo que a cierta hora habrá de suceder,
y ya ponerse la vejez en el cabello,

las manos
en la sala de torturas,
bañarse con jabón aromático, llenar la cara de pomadas,
preparar la valija despacio con pasos de monja en el sagrario,
ponerse un sombrero con flores y pájaros,
leer el diario,

                                                                               caer.

                                                                                               




PERSISTENCIA DE LA MEMORIA
de Salvador Dalí


Habla de
no sabe de qué habla

tal vez de la tristeza
o de la memoria que cae en gotas desde el cielorraso,
y entonces
como quien trata de hacer respirar al que se muere

como quien lava con agua las manchas de tinta, como quien camina en las 
/piedras de la luna desde adentro de los ojos
la memoria
las hormigas de la memoria
sus relojes líquidos
sus pesadillas.

            Y ya después de la memoria ella puede terminar de ponerse vejez en los 
/cabellos, mirar cómo crece la hierba en las manos de los niños

ver en el fondo de las fotografías
el ángel frío que la abuela cosía en las mañanas.


Habla de
no sabe de qué habla

de relojes goteando
hace apenas un ruido de cucaracha que se quiebra en el piso
oye la muerte en sí, la simple pureza de la muerte

apaga el cigarrillo en el fondo de la taza
y se va a dormir envuelta en esos trapos que se llaman sábanas
bebe la última luz de la memoria.

          (No cabe en la cama
despacito se le rompen las piernas)


                                                            Por cosas así la gente muere,
por cosas así.

Vivir es sólo una forma de la impiedad.




Poemas de Resplandor final, Ruinas Circulares, 2011.









4 comentarios:

  1. Liliana tiene una voz única, siempre interesante. Gracias por el aporte.

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  2. Querida Lili, hay que reponerse de tu poesía; es una
    cachetada repleta de belleza y profundidad. Un placer para los sentidos. Gracias

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  3. Leí tu poema en Inventiva. EXTRAORDINARIO : para leer y releer.
    Gracias y abrazo.
    amelia arellano

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